martes, 26 de diciembre de 2017

Leve

Le preguntaré a la fragilidad que acudió a abrazar mi ser, ¿cómo aguantaron estos pies sobre la fría corteza de este imaginario que ahora pasó a ocupar la piedra banal de mi existir? ¿Qué fue de aquellas flores que ayer dejaron marcado el devenir de nuestro sino?

No está de más andar junto al tiempo;
pues aún me queda arena que rasgarle
al reloj que yace en mi pensamiento.
Brote racional enterrando sus raíces
en la conciencia que todavía
se resiste a abandonar el salvajismo
que se retroalimenta, a su vez,
de este contenido antropomorfo.

¿Dónde quedará la esencia de este recipiente que todo lo envuelve y da calor?

Me reconozco en los pasos
dejados por otros nómadas
que sobrevivieron a otras huellas
hundidas en cada cumbre
que alcanzaron sus manos,
piel desnuda acercándose
a la roca donde se asienta
la mirada puesta en otros planos.

No hay apenas moral iracunda
en cada plano de este cuerdo
que ha sabido cómo controlar
los ritmos de su caudal interno.

Ya no hay dolor que se resigne
a no defender la herida
que le da fuerzas para sanar
y regresar a aquel puerto
del que partió tan firme candela.

Que mi corazón se ensancha,
vigoroso crece como un árbol
en las entrañas, y a gritos pide
reventar todos los esquemas
que amenacen con extirpar
la levedad de su movimiento.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Mirada propia

Senderos laberínticos sin salida
que resuelva la ardiente llama
que emana de una mirada plena.

Porque fuimos aquellas heridas,
hoy es la vida lo que mordemos
sin miedo a abandonar el cauce,
ya que a ninguno nos debemos.

Marcharé a beber de un sentir
que rompa el falso cristal
de un ideario tan absurdo
que hacia la nada me empuja.

Cada brecha a la que regrese
salpicará de nuevo mi cuerpo
en una realidad representada
en mitad del colapsado nervio
de un motor ya en decadencia;
como gargantas liberadas
afinando su canto libertario.

viernes, 18 de agosto de 2017

Sana viento

Me acerqué a los caños
y desde allá lejos avivar
ascuas nacidas sinceras,
lento reguero de paz
en este bombardeo
de dientes hambrientos.

La ternura de los nómadas
que en la fría noche arden,
miradas que se desgarran
por si así se comprendieran
en la propia colisión interna.

Vientos de inocua juventud
inyectados en las venas
de este pájaro sin flechas
ni más yugos en su arteria.

Por seguir informando desde 
nuestros surcos pulmonares;
que cada gota de sangre
cambie el fluir de todo viaje.

lunes, 5 de junio de 2017

Deconstruyendo mis pasos

Acudo a esta fuente inagotable
que bebe de otros imaginarios
en cada interrogante sin sutura.
Soy butrón en toda norma
que esclavice inquietudes.
La moral por defecto es veneno,
puñaladas nos vende el progreso
como vidas desgasta el tiempo.

¿Senderos rectos sin piedras
o piedras por senderos libres?

Me resisto a la cordura obligada,
presión insana que le marca
el ritmo a la natura,
alteración cardíaca
en este calor que regresa
con vistas a otros vuelos.

Regreso a la neurosis introspectiva
de este espíritu enajenado en lucha.
Quiero fundirme en el cristalino
de otras llamas no domesticadas.

Si se alimentan nuestras bombas
de este impulso que transforme
todo estímulo en un fuego
a punto de desbordarse
en este manantial de ideas.

Que mi aliento acompañe al ardor
de otros corazones en movimiento.

viernes, 2 de junio de 2017

Colapso visceral

¿Es la vida un camino de piedras o somos nosotros las piedras en el camino de la vida? ¿Qué es la vida? Y es que, qué es la vida, sino un camino en el que confluyen largos ríos. En el que fluimos todos y cada uno de los ríos.

Cuántas preguntas y, sin embargo, qué pocas respuestas encontramos con los televisores encendidos. Mientras tanto, un corazón se apaga y una mente deja de latir. Yo misma lo he declarado como la danza de los corazones apagados. Siempre quise ver arder las censuras de aquellos que no quieren que seamos, y mi boca, que se encuentra en un sin fin de verbos amordazados, necesita libertad.

Perdí. Perdí la voz nada más nacer. El primer llanto, fue la primera carcajada y victoria del patriarcado. Me habían encarcelado cual presa con las cadenas dogmáticas de aquel milagro al que llamaban religión.
¿Quiénes eran ellos para decidir?
¿Quién era yo si no podía decidir?

Cuando se cierra una puerta,
se ocupa el edificio entero,
abrimos mil ventanas
y regamos el sendero.

Sangre que se desborda,
cualquiera que sea
la alteración nerviosa;
proyectil sensible que impacta
sobre realidades domesticadas;
sinergias encaminadas
a saltarse la norma
de toda naturaleza reprimida
detrás de una pantalla,
percepción que se desconoce.

La iniciativa no depende de sí misma,
sino del rebaño que se alimenta
de frescos pastos para dejar de serlo.

Nacemos de esta cadena desgastada,
raíz que gira en torno a este organismo
surgido de nuestro propio aprendizaje.

Calor vital, resiste nuestro ritmo
en este escenario corrompido,
sensibilidad empoderada,
se fundan estas mordazas.

Miedos que se abran a un cambio,
río que jamás extinga nuestra rabia.

Una vez me cerraron la puerta en las narices, me mordieron el corazón y jugaron a las tinieblas con mi ilusión. Para entonces, ya no había lugar para la razón, pues los sofistas del Estado atropellaron a cualquier precio las utopías del camino sin marcas grabadas en nuestras pieles en ese momento ya desamparadas. Desde entonces, me rechinan los adjetivos calificativos en los dientes y retumbo en los oídos de todos los ciegos que no quieren ver.

Semilla a contracorriente
que escape a otros vientos,
vuelo rapaz sin atadura
que fluya a través
de esta mirada sin amo.

Si yo quise ver, los demás también podrán. Solo hay que promover que el mundo que llevamos en nuestro corazón, llegue a los de todo el mundo sin parar. Yo me caso con la solidaridad. Me caso sin iglesia y papeles de por medio, sin detenerme nunca más.

Somos lo que mordemos.

Somos carne cruda
de animales revueltos,
por fuera tan vivos
y por dentro aún más muertos.

Texto conjunto con Desenjaulada.

viernes, 28 de abril de 2017

Matriz

Cansado de representar este vacío;

cansado de distopías que acuden

a por toda sospecha de disidencia

que desaprueben sus conciencias.

 

Los residuos han alcanzado el cielo,

sombras reaccionarias aplaudiendo

la aniquilación de todo aliento autodidacta

que siembre guerras a ras del suelo.

 

Prismas en movimiento resisten a la caída,

siluetas desconocidas canalizan lo aprendido.

 

Me he abierto un surco

en los pulmones,

semilla que entierre el miedo

a compartir libertades.

 

Contrario a la convención de la norma.

Lo normal es mínimamente perceptible

a la vista de este cuerdo que coexiste

respirando hondo en distinta realidad.

 

Allí donde Madre no es sometida

por ninguna sola arquitectura,

tampoco el mar es reemplazado

por ningún estanque artificial.

 

Pertenezco a esa manada que se reconoce

en el fondo de otra mirada con distinta sal.

La sensibilidad ha detonado los cristales,

los bosques han afilado sus ramas.

Las aguas han tomado

la alternativa a los cauces,

el ganado se ha deshecho

de cadenas en el cuello;

ningún cuerpo siendo devorado

por otro convertido en morgue.

Ningún cadáver boca abajo

arremetiendo contra el frío

que chorrea por las paredes.

 

Ningún pensamiento muriendo

de inanición por falta de empatía

en este mundo rico en su sequía;

que las emociones se desborden

a través de todo gesto de ternura

que surja de nuestra inmensidad.

 

Conectar con el exterior
desde un rugir de entrañas,
para así guiar el cambio
que ha de incitar a la vida
a dinamitar su recipiente
y dejar paso a otras flores
tras la quema de su matriz.