lunes, 5 de junio de 2017

Deconstruyendo mis pasos

Acudo a esta fuente inagotable
que bebe de otros imaginarios
en cada interrogante sin sutura.
Soy butrón en toda norma
que esclavice inquietudes.
La moral por defecto es veneno,
puñaladas nos vende el progreso
como vidas desgasta el tiempo.

¿Senderos rectos sin piedras
o piedras por senderos libres?

Me resisto a la cordura obligada,
presión insana que le marca
el ritmo a la natura,
alteración cardíaca
en este calor que regresa
con vistas a otros vuelos.

Regreso a la neurosis introspectiva
de este espíritu enajenado en lucha.
Quiero fundirme en el cristalino
de otras llamas no domesticadas.

Si se alimentan nuestras bombas
de este impulso que transforme
todo estímulo en un fuego
a punto de desbordarse
en este manantial de ideas.

Que mi aliento acompañe al ardor
de otros corazones en movimiento.

viernes, 2 de junio de 2017

Colapso visceral

¿Es la vida un camino de piedras o somos nosotros las piedras en el camino de la vida? ¿Qué es la vida? Y es que, qué es la vida, sino un camino en el que confluyen largos ríos. En el que fluimos todos y cada uno de los ríos.

Cuántas preguntas y, sin embargo, qué pocas respuestas encontramos con los televisores encendidos. Mientras tanto, un corazón se apaga y una mente deja de latir. Yo misma lo he declarado como la danza de los corazones apagados. Siempre quise ver arder las censuras de aquellos que no quieren que seamos, y mi boca, que se encuentra en un sin fin de verbos amordazados, necesita libertad.

Perdí. Perdí la voz nada más nacer. El primer llanto, fue la primera carcajada y victoria del patriarcado. Me habían encarcelado cual presa con las cadenas dogmáticas de aquel milagro al que llamaban religión.
¿Quiénes eran ellos para decidir?
¿Quién era yo si no podía decidir?

Cuando se cierra una puerta,
se ocupa el edificio entero,
abrimos mil ventanas
y regamos el sendero.

Sangre que se desborda,
cualquiera que sea
la alteración nerviosa;
proyectil sensible que impacta
sobre realidades domesticadas;
sinergias encaminadas
a saltarse la norma
de toda naturaleza reprimida
detrás de una pantalla,
percepción que se desconoce.

La iniciativa no depende de sí misma,
sino del rebaño que se alimenta
de frescos pastos para dejar de serlo.

Nacemos de esta cadena desgastada,
raíz que gira en torno a este organismo
surgido de nuestro propio aprendizaje.

Calor vital, resiste nuestro ritmo
en este escenario corrompido,
sensibilidad empoderada,
se fundan estas mordazas.

Miedos que se abran a un cambio,
río que jamás extinga nuestra rabia.

Una vez me cerraron la puerta en las narices, me mordieron el corazón y jugaron a las tinieblas con mi ilusión. Para entonces, ya no había lugar para la razón, pues los sofistas del Estado atropellaron a cualquier precio las utopías del camino sin marcas grabadas en nuestras pieles en ese momento ya desamparadas. Desde entonces, me rechinan los adjetivos calificativos en los dientes y retumbo en los oídos de todos los ciegos que no quieren ver.

Semilla a contracorriente
que escape a otros vientos,
vuelo rapaz sin atadura
que fluya a través
de esta mirada sin amo.

Si yo quise ver, los demás también podrán. Solo hay que promover que el mundo que llevamos en nuestro corazón, llegue a los de todo el mundo sin parar. Yo me caso con la solidaridad. Me caso sin iglesia y papeles de por medio, sin detenerme nunca más.

Somos lo que mordemos.

Somos carne cruda
de animales revueltos,
por fuera tan vivos
y por dentro aún más muertos.

Texto conjunto con Desenjaulada.