viernes, 28 de abril de 2017

Matriz

Cansado de representar este vacío;

cansado de distopías que acuden

a por toda sospecha de disidencia

que desaprueben sus conciencias.

 

Los residuos han alcanzado el cielo,

sombras reaccionarias aplaudiendo

la aniquilación de todo aliento autodidacta

que siembre guerras a ras del suelo.

 

Prismas en movimiento resisten a la caída,

siluetas desconocidas canalizan lo aprendido.

 

Me he abierto un surco

en los pulmones,

semilla que entierre el miedo

a compartir libertades.

 

Contrario a la convención de la norma.

Lo normal es mínimamente perceptible

a la vista de este cuerdo que coexiste

respirando hondo en distinta realidad.

 

Allí donde Madre no es sometida

por ninguna sola arquitectura,

tampoco el mar es reemplazado

por ningún estanque artificial.

 

Pertenezco a esa manada que se reconoce

en el fondo de otra mirada con distinta sal.

La sensibilidad ha detonado los cristales,

los bosques han afilado sus ramas.

Las aguas han tomado

la alternativa a los cauces,

el ganado se ha deshecho

de cadenas en el cuello;

ningún cuerpo siendo devorado

por otro convertido en morgue.

Ningún cadáver boca abajo

arremetiendo contra el frío

que chorrea por las paredes.

 

Ningún pensamiento muriendo

de inanición por falta de empatía

en este mundo rico en su sequía;

que las emociones se desborden

a través de todo gesto de ternura

que surja de nuestra inmensidad.

 

Conectar con el exterior
desde un rugir de entrañas,
para así guiar el cambio
que ha de incitar a la vida
a dinamitar su recipiente
y dejar paso a otras flores
tras la quema de su matriz.

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