No es el brillo de mi coraza,
será el soplo del corazón
buscando seguir creciendo
en otro pedacito de tierra.
[...]
Yo,
que me debato entre la vida
y la caricia de mi existencia.
[...]
Si me hallo al fin en la calidez
de otra mirada recién abierta.
Siendo, a la vez, infinito el eco
de su poderosísima vibración,
suave al tacto de mis pupilas,
tan, tan radiantes como el sol.
[...]
Yo,
que en mi soledad acudo
a lo que queda de su ego,
por crecer en la de todas;
aprender a cuidar su faro.
[...]
Regresar, así, a cada gesto
que renazca de su encanto.