En mi realidad
me veo al margen
solo recurriendo
a la levedad
que me brindan
el desapego
y la ternura
de su cauce.
Natural creencia
del viento secular
en la quietud,
es el ruido ausente,
la mirada abierta
aún viva en mí.
Ajeno al gesto
individualista
que a cada paso
niega jardines
de mis manos.
Me queda aceptar
mi propio pellejo,
soledad consciente
en la intimidad
del crecimiento.
A la salud siempre
del movimiento.
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